Bocas del Toro | “Nos sentimos prácticamente abandonados por el Estado”: empresarios ante crisis

Bocas del Toro atraviesa una de sus peores crisis económicas y sociales en décadas. La reciente decisión de Chiquita Panamá de desvincular a más de 4,000 trabajadores, alegando abandono de funciones, ha encendido las alarmas en una región que ya enfrentaba altos niveles de pobreza, desempleo y precariedad.

“Era lo que menos esperábamos escuchar algún día”, afirmó Aris Pimentel, presidente de la Cámara de Comercio de Bocas del Toro. Agregó que “casi toda la economía de la provincia gira en torno al cultivo del banano, y Chiquita ha sido por años el único empleador masivo”.

Aunque la cifra oficial de despidos ronda los 4 mil, el impacto se multiplica por tres o cuatro veces si se toma en cuenta a quienes dependen indirectamente de esta actividad. “Estamos hablando de al menos 26 mil personas, o mejor dicho, familias, que se verán directamente afectadas”, advirtió Pimentel.

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Actualmente, la provincia enfrenta bloqueos viales que restringen la circulación a pocas horas del día, lo que ha afectado gravemente la distribución de alimentos, combustible y productos básicos. “Sí hay productos, pero no en las cantidades habituales. En algunas zonas ya hay escasez, especialmente de carne”, confirmó.

Ante este escenario, el presidente José Raúl Mulino anunció que el Consejo de Gabinete evaluará esta semana la posibilidad de declarar un estado de emergencia en la provincia. Sin embargo, desde el sector privado aseguran que no tienen claridad sobre qué implicaría esa medida y exigen acciones concretas.

“Sentimos que hemos sido abandonados por el Estado. No se está haciendo lo suficiente y se puede hacer más”, señaló Pimentel, quien teme que muchos pequeños empresarios y emprendedores no logren recuperarse.

Después de un mes sin ingresos, muchos no podrán volver a abrir sus negocios”.

La incertidumbre domina el panorama. Mientras se esperan definiciones gubernamentales, la situación en las fincas bananeras empeora y los actores económicos locales alertan que, incluso si se resolviera el conflicto, la provincia no volverá a ser la misma.

“Las esperanzas se van desvaneciendo. Ya son cuatro semanas y todo sigue igual o peor. Nada ha cambiado”, concluyó Pimentel con resignación.

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Y aunque en la región también se cultivan plátanos, cacao, y se maneja ganadería, es a pequeña escala. Además, el turismo no termina de despegar, porque la infraestructura nunca ha sido la mejor, y a esto se le suma el accidente aéreo ocurrido recientemente.